Perotti y la foto que no fue
Para cerrar el año Perotti, como un improvisado se
equivocó otra vez. Pero ahora puso en jaque a todo el sistema. Manchó al
Ministerio Público de la Acusación, manchó al Senado, manchó a su
Vicegorbenadora y si algo faltaba para desacreditar la política, caló hondo en
la opinión pública: “son todos iguales”, “son todos corruptos”.
Desde la aparición del Ministro de Seguridad (todavía
no acreditado como tal ante la falta de resultados positivos) la escena política
“se descontroló”. Con los ataques constantes a la policía y al Senado específicamente fue
minando cualquier posibilidad de dialogo serio para marcar una diferencia con
las administraciones anteriores. Al lema de campaña de Perotti de “La paz y el
orden” lo pisoteó constantemente en cada acción, con la veña de Perotti quien
lo sostuvo cada uno de sus desplantes y agresiones.
Y Perotti necesitaba
una foto para terminar un año decadente y convertirlo en triunfal, pero la foto
salió movida, borroneada, velada. La foto no fue.
Con la causa que se
CHOCARON porque nadie la buscó, de los fiscales Serjal Benincasa y Ponce Asahad
por el juego clandestino, los llevó al Senador Traferri y creyó que con un par de
citas, en una causa que nadie conoce en su totalidad y profundidad, y un
histriónico fiscal que lo nombrara, podían poner preso a un Senador. En este
caso Armando Pipi Traferri. Y apuró o apuraron los tiempos. Error gravísimo.
La Constitución
Provincial expresamente prohíbe el desafuero, a excepción un caso de flagrancia
(que lo agarren con las manos en la masa). Además, los fueros no son personales
sino de la Cámara de Senadores, por lo cual no puede un miembro renunciar a los
mismos, a menos que renuncie o se termine su cargo. Se los tiene que quitar el
Senado, en este caso.
Lo que específicamente conocemos
son conjeturas e hipótesis hasta ahora. No hay pruebas firmes, contundentes, inapelables.
Nadie declaró con la figura del arrepentido y aportó pruebas que lo incriminen
con la seriedad necesaria para que sea imputado e investigado. Por ello, el
Senado no le quitó los fueros. Imagínese que a su hijo lo meten preso porque
alguien dice que lo robó un delincuente, que tenía una remera roja, y su hijo se
vestía así cuando circunstantancialmente pasaba por el lugar. Si ocurriera hablaría
de abuso policial y del poder judicial. Es prácticamente el mismo caso.
Las instituciones deben
defenderse a rajatabla, en todo momento. Y no va del humor del político de
turno, quien define si hay que defenderla o no. Se defienden todas y en todo
momento. Si no se está de acuerdo con alguna de ellas, hay mecanismos para
cambiarlas y mejorarlas.
Hubo una oportunidad para
modificar el artículo 51 de la Constitución Provincial pero el peronismo y
Juntos por el Cambio, quienes se opusieron con la excusa barata que era para
lograr la reelección de Lifschitz. Son los responsables que este artículo beneficie
al Senado de esta forma y no lo ponga en igualdad de condiciones ante la ley
como a cualquier ciudadano. De la misma forma toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario.
Los únicos que se
equivocaron y quedaron en “orsai” son los senadores que votaron a favor. El
resto votó conforme a las leyes. Le guste o no, a usted y a ellos. Porque en
política se hace lo que se debe. ¿No es acaso lo que siempre se reclama?
No defendemos a nadie, exponemos los hechos. Esta historia deberá continuar… por el bien de todos.
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