Gracias a la pelota
“Gracias a la pelota” pedía en su propia entrevista escribir en su lápida. Dios se sentó en el banco para verlo entrar en una nueva cancha, más etérea, más limpia, más mágica.
Somos tan soberbios que ya lo sabíamos, que lo veíamos venir, lo estábamos midiendo.
Con la misma precisión con la que Shilton vió un petiso de un metro sesenta y seis centímetros convertirse en un gigante alado que le clavó una daga que sentenció la “justicia social”.
Con la misma precisión que el gordito le hizo comer cuatro pepinos a Gatti. Con la misma precisión con que aprendimos dónde queda Segurola y Habana.
La veíamos venir porque “Los boludos son como las hormigas, están en todas partes del mundo” y en Argentina nos fortificamos.
Y D10S hizo la última gambeta. La escondió con la zurda, le hizo un sombrero a San Pedro, y de cachetada le dió un pase al pecho a la parca para que le pegara de tres dedos. En ese momento D10S y en Diablo se sonrieron, se fundieron un abrazo de gol y corrieron al túnel.
Y no los vimos venir. Porque eso es la mágica, nunca te va a dejar descubrirla, te va a sorprender siempre, y sobretodo, en el último acto. Y cuando menos te los esperes, te va a volver a sorprender, y sabés qué, tampoco la vas a ver venir.
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