El negocio de la salud
El negocio de la salud debería ser generar la mejor calidad de vida de la población y no alargar la enfermedad.
La salud es un bien económico. Entendámoslo así. La salud no es solo la ausencia de enfermedad, es mucho más. El gran benefactor de este bien debe ser los estados, además de sus habitantes en particular.
Los casos de Ema y Valentina, ambas con Atrofia Muscular Espinal (AME) ponen al descubierto la debilidad del sistema de salud frente al negocio farmacéutico. Ambas necesitan su vacuna (droga), con un costo de dos millones de dólares, para resolver su problema de salud.
El caso de Ema se resolvió con el trabajo incansable de un influencer, Santi Maratea quien consiguió a través de su cuenta de Instagram el dinero para comprar la vacuna.
El caso de Valentina, es más complicado aún porque dependió de una burocracia que entendemos, si por ella entendemos controles necesarios y rapidísimos, pero que en caso de emergencia se debe aceitar.
Ambos casos, debieron apelar a la solidaridad. Emma para juntar el dinero, Valentina para acelerar los trámites. En ambos casos, los estados (nacional y provincial con mayor responsabilidad, y municipal o comunal según corresponda en menor grado) deberían haber estado presentes. Millones de personas se movilizaron, que no se conocen entre sí y solo las movió la empatía. Mas los estado estuvieron ausentes a todas luces. Y la presencia se podría haber visibilizado con solo una llamada telefónica a las familias, para que la lucha, la angustia, los desvelos, al menos hubieran sido mitigados por estados presentes.
La modernidad de la esencialidad
Hemos
perdidos décadas esenciales para la salud. El último año pandémico se instaló
en nuestro vocabulario habitual una palabra: “esencial”. Según el diccionario
de la Real Académica Española, el Aristos o el Pequeño Larousse lustrado que usábamos
cuando los diccionarios eran esenciales,
cosas que nos pasaron a quienes recibimos la educación esencial el milenio pasado, el vocablo se define como: imprescindible o absolutamente necesario.
Tanto para Emma o Valentina, la vacuna es esencial. La contención del estado es esencial. Para todos, el Estado y la contención es esencial.
Traigamos la historia al presente. Los tiempos de Illia no eran diferentes en algunas cuestiones a los actuales, los remedios aumentaban y la incidencia en la canasta familiar y de los jubilados en particular era realmente importante. Se necesitaban medidas de urgencia que modificaran las cuestiones de fondo.
Su punto de partida había sido un estudio conjunto de la OEA, el BID y la CEPAL, “Incidencia de los gastos en medicina en los presupuestos familiares” que indicaba que, “para los grupos de menores ingresos, la proporción que representaban los medicamentos era del 62.6%, un monto mayor que lo representado por médicos y sanatorios”. En la redacción del proyecto colaboraron dos comisiones, una de ellas integrada por bioquímicos, médicos y especialistas en farmacología; la otra, formada por contadores y economistas. La primera analizó unos veinte mil medicamentos y llegó a la conclusión de que “una parte relevante carecía de las drogas e ingredientes que decían contener, o bien no las tenían en las proporciones explicitadas en sus prospectos”. La otra comisión indicó la necesidad de analizar los costos de los grandes laboratorios, hipotetizando la posibilidad de que muchos tuvieran un doble juego de contabilidad para ocultarlos (Requejo, s/f.). Explica claramente Ernesto Salas para la Revista Mestiza. Nada de esto no se condice con la realidad actual
Esto derivó en el golpe de estado de Onganía con toda su violación a los derechos humanos y desastres colaterales.
Lamentablemente desde ese momento histórico nada o poco se ha hecho para que la salud pública sea esencial. Las patentes medicinales de los laboratorios han suprimido la posibilidad de generar estrategias sostenibles para casos como estos. Novartis que tiene la patente del Zolgensma ganará en poco tiempo más de 20 millones de dólares en 10 tratamientos que se necesitan en Argentina. De hecho ya tiene más de cuatro asegurados.
La ganancia anual de cuatro o cinco laboratorios principales en Argentina superan la deuda externa de nuestro país.
En cuanto a la pandemia COVID ya no sabemos cuántos millones de dólares se han invertido en vacunas y logística, que a todas luces es escaso y trataremos de no terminar catalogando como gasto
Muchos están utilizando la Ivermetina como método preventivo y es eficaz por lo menos en los resultados conocidos y registrados. Este antiparasitario ya perdió su patente y su costo es de aproximadamente 180 pesos el comprimido promedio en las farmacias.
La mayoría de las personas que la consumen no hay tenidos contagio y quien los tuvo han sido muy leves. Con la vacunas también hay quienes se han vuelto a contagiar.
Nos preguntamos, por qué los estados no hacen una campaña con un medicamento de bajo costo contra otros que tiene otros altísimos. Dónde se ubica el rol de los estados? Ocupan su rol esencial?
Mientras deciden, nosotros no abandonemos la Ley DIBALA: distanciamiento, barbijo, lavado.
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