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EL RADICALISMO ANALIZA LA SITUACIÓN ECONÓMICA A SEIS MESES DE MILEI

 

H. CONVENCIÓN NACIONAL
COMISIÓN DE ECONOMÍA

EL RADICALISMO ANALIZA LA SITUACIÓN ECONÓMICA A SEIS MESES DE MILEI

A seis meses de la asunción del presidente Milei, el gobierno nacional ha cumplido varios hitos, algunos de los cuales rescata como éxitos de gestión. Haber logrado bajar la inflación a un valor mensual que no se conocía desde mayo de 2022; llevar 5 meses de superávit financiero, fruto de un ajuste de una dimensión que no se recuerda en el país; un ciclo sostenido de recomposición de reservas; a punto de conseguir la aprobación de la ley que considera esencial para llevar adelante su programa. A la luz de estos logros, el gobierno considera que “lo peor ya pasó” y que está en condiciones de avanzar con su programa de privatizaciones y búsqueda de inversiones externas en este segundo semestre de 2024. La recuperación del crecimiento sería inminente y el “rebote en forma de V,” una realidad tangible.
Una mirada a la economía real no puede menos que cuestionar esta visión. No solo porque el nivel de pobreza de casi el 60% es inédito para el país, sino también porque todos los demás indicadores son igualmente preocupantes. La industria con caída interanual de 14%, el consumo con evolución negativa cayendo más del 15%, la inversión más baja en mucho tiempo, prácticamente en niveles de la pandemia y con fuerte caída en la importación de bienes de capital; la cosecha de soja que sigue en silo bolsas a la espera de un tipo de cambio y condiciones más favorables; la recaudación tributaria cayendo en picada (19% interanual, si se excluye el impuesto PAIS generalizado en diciembre pasado); la carencia de una política de recomposición de ingresos que permita recuperar y sostener el consumo, que representa el 70% del PIB; un crawling peg del 2% mensual que ya se muestra insuficiente para contener las expectativas devaluatorias ante una inflación que, aunque bajó, parece haber encontrado su piso en un nivel mensual de 4 a 5 % (lo que nos garantizaría una inflación anual en el entorno de las 3 dígitos, aún altísima); una fuerte caída del PIB , del 3,5% este año según las previsiones del FMI, (que sería de un 6% si no se contara la recuperación de la sequía de 2023). 

En cuanto al aparato productivo, el escenario es también inédito, con la ocupación de la capacidad instalada por debajo del 60% y sin muestras de recomposición. Las grandes empresas viran sus estrategias hacia segundas y terceras marcas y cae el consumo per cápita de la carne a récords históricos, mientras aumentan las exportaciones de esta. En este contexto, las pymes funcionan al cincuenta por ciento de su capacidad productiva, y en las economías regionales, donde el principal dinamizador de la vida productiva es el Estado, que hoy paralizó toda actividad, funcionan a un 30% de su capacidad. Para sobrevivir, las pymes comenzaron un proceso de “primera fase”, consumiendo inicialmente ahorros y capital de trabajo en dólares para luego comenzar con una oleada de despidos y suspensiones. Si la inestabilidad monetaria parece estar dejando de ser hoy un problema, pasa a serlo la inestabilidad laboral. Una conclusión inescapable es que este cuadro recesivo, sin posibilidad de reactivar el consumo ante la ausencia de instrumentos y políticas de ingreso para ello, prefigura uno de depresión—si es que no entramos ya en ella.  

La desastrosa política económica del gobierno precedente, que destruyó el valor de la moneda al compás de un déficit fiscal creciente y una inflación imparable, fue el ingrediente necesario para el escenario que encontró Milei al asumir—nadie podía dudar de la necesidad de un ajuste. Sin embargo ¿era el camino elegido el único posible, como repite una y otra vez el Gobierno? Entendemos que no, que había y hay otro camino posible y que no era el ajuste violento sin medidas que mitigaran su impacto en los más vulnerables la única vía para salir de la crisis (hasta el FMI ha manifestado su preocupación por este tema). 

Cuando tres años atrás irrumpió en la escena pública Javier Milei, introdujo un discurso disruptivo acerca del rol del Estado, del cómo debemos organizarnos en sociedad y del cómo debemos relacionarnos. La esencia de ese discurso era la reducción al mínimo del Estado y su injerencia, dándole paso al “dejar hacer” del mercado, privilegiando en la vida cotidiana el mérito del éxito mercantil, en detrimento del bien común, y proponiendo al egoísmo como medio de relación humana, haciendo a un lado la solidaridad y la empatía.  

Su autodefinición como “experto en crecimiento económico, con y sin dinero” terminó por ser su principal sustento electoral, y el presunto conocimiento científico su base de credibilidad. Sin embargo, hoy tras seis meses de gestión y ante el cuadro descripto más arriba, elije no ver la evidencia.

El ajuste que se presenta a la sociedad como el único camino posible se apoyó en decisiones tales como una abrupta devaluación, por encima de los niveles esperados por el mercado y lo técnicamente necesario, que generó un fogonazo inflacionario que aumentó la pobreza y la indigencia. La suba de impuestos, como el impuesto a los combustibles, pese a la prédica en contrario durante la campaña, y la generalización del impuesto PAIS, a sabiendas de que, aunque lo niegue, a la larga esto provocaría un atraso cambiario. Y el aumento escalonado, pero fuerte, del precio de los servicios a las empresas y a los consumidores individuales. La combinación de estas medidas provocó el incremento de todos los costos productivos, a punto tal que hoy es caro producir en el país, y la salida del crecimiento vía el aumento de las exportaciones con valor agregado parece cada vez más lejana, vislumbrándose una creciente primarización de la economía.

Y es que la política económica de Milei es el fundamentalismo de mercado, y esto es lo que explica tanto la situación actual como los resultados del ajuste salvaje. La UCR no puede, doctrinariamente, colaborar en lo económico con un gobierno que tenga esta política, y tiene la obligación de proponer políticas alternativas. Como dijera en su discurso del 20 de junio el gobernador Pullaro, no tenemos nada en contra del equilibrio fiscal; pero queremos equilibrio fiscal con crecimiento y pleno empleo. 

Desde la Comisión de Economía de la Convención Nacional de la UCR manifestamos nuestra preocupación por la situación actual antes descrita y por el previsible impacto negativo adicional de medidas incluidas en la Ley de Bases. En particular el denominado RIGI, que acentuaría la primarización de la economía en detrimento del aparato productivo y el empleo local. Ya que entre otros problemas del texto actualmente propuesto traería aparejada una erosión permanente de la base tributaria, constituiría un agravio comparativo para las pequeñas y medianas empresas existentes y tampoco generaría el necesario aumento de las reservas del Banco Central, toda vez que los inversores no estarían obligados a liquidar sus exportaciones en el País.

Ciudad de Buenos Aires, 26 de junio de 2024.

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